Equipo MAD Tucurú: Merly Rivera, administradora; Carla Benavente, instructora ocupacional; Dany Botzoc, enfermera y Dina Bol y Victoria Pop, cocineras.

A 210 kilómetros de la ciudad capital, en el departamento de Alta Verapaz se ubica el municipio de San Miguel Tucurú, lugar donde se estableció uno de los 85 Centros de Atención Diurna del Programa Mis Años Dorados de la Secretaría de Obras Sociales de la Esposa del Presidente (SOSEP).

El centro tiene inscritos a 64 adultos mayores, que solían llegar a diario para recibir alimentación, atención primaria en salud, apoyo psicológico y terapia física y ocupacional. Sin embargo, desde que comenzó la pandemia de la COVID-19 se suspendió la atención presencial en cumplimiento de las medidas presidenciales para resguardar la salud de las personas mayores a 60 años.

“La mayoría de ellos fueron abandonados y no tienen ningún ingreso”, relató  Carla Benavente, instructora ocupacional del lugar. “Acá estamos con ellos. Les hace falta ese afecto y cariño porque en sus hogares reciben malos tratos o están solos”, agregó.

El equipo está integrado por la administradora Merly Rivera, la instructora ocupacional Carla Benavente, la enfermera Dany Botzoc y las cocineras Dina Bol y  Victoria Pop. Todas saben que su trabajo va más allá de servir un plato de comida o realizar actividades recreativas.

“No vienen solo por la comida, sino por el afecto que les damos”, por ello era de vital importancia continuar el trabajo a pesar del confinamiento.

Cada 15 días, el equipo prepara los alimentos que serán distribuidos y el  material didáctico que necesitarán para continuar su terapia ocupacional  y se dispone a visitar  cada una de sus viviendas.

El viaje no es nada sencillo, algunos beneficiarios viven  a dos o tres horas de distancia de la sede y la topografía del lugar impide el paso de vehículos, por lo que el equipo debe ser creativo para  atravesar puentes hechizos y llegar hasta sus lugares de destino.

Equipo del centro recorre aldeas del municipio para entregar alimentos a las y los beneficiarios.

Las visitas no siempre son fáciles, “nos ha tocado llorar con ellos”, narró Benavente. La salud de los adultos mayores ha desmejorado. “Algunos han bajado de peso y no tienen quien los atienda”, continuó.

Muchos de los beneficiarios padecen de hipertensión o diabetes. En el centro, su salud era monitoreada de manera constante, ahora la enfermera Dany Botoz  debe aprovechar al máximo las visitas para realizar un chequeo general, no obstante se presentan complicaciones sin previo aviso.

Marcos Xol, beneficiario del programa.

Uno de los casos que marcó al equipo fue el de don José, quien con 85 años llegaba por sí mismo al centro. “Nos llevamos la sorpresa que estaba en cama cuando llegamos, con un lazo para poder levantarse. Allí hacia sus necesidades. Pedía auxilio y que se le llevara al centro de salud”.

El equipo, con apoyo de la Policía Nacional Civil, coordinó su traslado bajo estrictas medidas de seguridad, logrando estabilizarlo.

“No es lo mismo tener todo en un refrigerador, que tener solo frijolitos, tortillas y chilito. Que es lo único que consumirían al día si el centro no les proporcionara alimento”, sin embargo, verlos decaídos reafirman la necesidad de prestarles atención, afecto y mantenerlos activos. El hacerlos sentir útiles y queridos les llena de vida.

El equipo de Atención Diurna de San Miguel Tucurú, sabe que por el momento lo mejor para ellos y ellas es quedarse en casa y evitar el contagio de la COVID-19, pero esperan con entusiasmo el día que el centro se llene nuevamente de vida y sonrisas con beneficiarios.

Cada quince días las y los beneficiarios reciben alimentos y material didáctico.

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